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OFICIO DE LECTURA

INVITATORIO


Si ésta es la primera oración del día:

V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza

Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Escuchemos la voz del Señor y entremos en su descanso.

Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.



Himno: A CAMINAR SIN TI, SEÑOR, NO ATINO

A caminar sin ti, Señor, no atino;
tu palabra de fuego es mi sendero;
me encontraste cansado y prisionero
del desierto, del cardo y del espino.

Descansa aquí conmigo del camino,
que en Emaús hay trigo en el granero,
hay un poco de vino y un alero
que cobije tu sueño, Peregrino.

Yo contigo, Señor, herido y ciego;
tú conmigo, Señor, enfebrecido,
el aire quieto, el corazón en fuego.

Y en diálogo sediento y torturado
se encontrarán en un solo latido,
cara a cara, tu amor y mi pecado. Amén.

SALMODIA

Ant 1. Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Salmo 135 I - HIMNO A DIOS POR LAS MARAVILLAS DE LA CREACIÓN Y DEL ÉXODO

Dad gracias al Señor porque es bueno:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios de los dioses:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Señor de los señores:
porque es eterna su misericordia.

Sólo él hizo grandes maravillas:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo sabiamente los cielos:
porque es eterna su misericordia.

El afianzó sobre las aguas la tierra:
porque es eterna su misericordia.

Él hizo lumbreras gigantes:
porque es eterna su misericordia.

El sol que gobierna el día:
porque es eterna su misericordia.

La luna que gobierna la noche:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Sólo el Señor hizo grandes maravillas: es eterna su misericordia.

Ant 2. Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Salmo 135 II

El hirió a Egipto en sus primogénitos:
porque es eterna su misericordia.

Y sacó a Israel de aquel país:
porque es eterna su misericordia.

Con mano poderosa, con brazo extendido:
porque es eterna su misericordia.

Él dividió en dos partes el mar Rojo:
porque es eterna su misericordia.

Y condujo por en medio a Israel:
porque es eterna su misericordia.

Arrojó en el mar Rojo al Faraón:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Con mano poderosa, con brazo extendido, sacó a Israel de Egipto.

Ant 3. Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

Salmo 135 III

Guió por el desierto a su pueblo:
porque es eterna su misericordia.

Él hirió a reyes famosos:
porque es eterna su misericordia.

Dio muerte a reyes poderosos:
porque es eterna su misericordia.

A Sijón, rey de los amorreos:
porque es eterna su misericordia.

Y a Hog, rey de Basán:
porque es eterna su misericordia.

Les dio su tierra en heredad:
porque es eterna su misericordia.

En heredad a Israel, su siervo:
porque es eterna su misericordia.

En nuestra humillación se acordó de nosotros:
porque es eterna su misericordia.

Y nos libró de nuestros opresores:
porque es eterna su misericordia.

Él da alimento a todo viviente:
porque es eterna su misericordia.

Dad gracias al Dios del cielo:
porque es eterna su misericordia.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Dad gracias al Dios del cielo: él nos libró de nuestros opresores.

V. Señor, enséñame tus caminos.
R. Instrúyeme en tus sendas.


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 7, 14-25

ME ENCUENTRO SOMETIDO A LA DEBILIDAD HUMANA Y VENDIDO A LA ACCIÓN DEL PECADO

Hermanos: La ley, como ya lo sabemos, es de orden espiritual; pero yo me encuentro dentro del orden natural, sometido a la debilidad humana y vendido a la acción del pecado. No me explico lo que hago; porque no pongo por obra lo que quisiera, sino que ejecuto lo que aborrezco. Y aunque hago lo que no quisiera, reconozco que la ley es buena. Pero, en este caso, ya no soy yo quien lo pone por obra, sino el pecado que mora en mí.

Ya sé que en mí, es decir, dentro de mi estado puramente natural, no habita lo bueno; porque el querer está a mi disposición, pero no lo está el ponerlo por obra. En efecto, no hago el bien que quisiera, sino el mal que no quisiera. Y, si pongo por obra lo que no quisiera, ya no soy yo quien lo hace, sino el pecado que habita en mí. Así que compruebo esta experiencia: que, aunque quisiera practicar el bien, se encuentra en mí el mal.

Según el hombre interior, me complazco en la ley de Dios; pero siento otra ley en mis miembros, que va luchando contra la ley de mi razón y me va encadenando a la ley del pecado que está en mis miembros.

¡Desdichado de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? ¡Gracias a Dios, por Jesucristo, Señor nuestro, me veré libre! Así, pues, yo con mi razón sirvo a la ley de Dios; pero, dentro de mi estado puramente natural, sirvo a la ley del pecado.

RESPONSORIO    Ga 5, 18. 22. 25

R. Si os dejáis guiar por el Espíritu, ya no estáis bajo la ley. * El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz.
V. Si vivimos por el Espíritu marchemos tras el Espíritu.
R. El fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz.

SEGUNDA LECTURA

Del Tratado de san Ireneo, obispo, Contra las herejías
(Libro 4, 18, 1-2. 4. 5: SC 100, 596-598. 606. 610-612)

LA OBLACIÓN PURA DE LA IGLESIA

El sacrificio puro y acepto a Dios es la oblación de la Iglesia, que el Señor mandó que se ofreciera en todo el mundo, no porque Dios necesite nuestro sacrificio, sino porque el que ofrece es glorificado él mismo en lo que ofrece, con tal de que sea aceptada su ofrenda. La ofrenda que hacemos al rey es una muestra de honor y de afecto; y el Señor nos recordó que debemos ofrecer nuestras ofrendas con toda sinceridad e inocencia, cuando dijo: Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve luego y presenta tu ofrenda. Hay que ofrecer a Dios las primicias de su creación, como dice Moisés: No te presentarás al Señor tu Dios con las manos vacías; de este modo el hombre, hallado grato en aquellas mismas cosas que a él le son gratas, es honrado por parte de Dios.

Y no hemos de pensar que haya sido abolida toda clase de oblación, pues las oblaciones continúan en vigor ahora como antes: el antiguo pueblo de Dios ofrecía sacrificios y la Iglesia los ofrece también. Lo que ha cambiado es la forma de la oblación, puesto que los que ofrecen no son ya siervos, sino hombres libres. El Señor es uno y el mismo, pero es distinto el carácter de la oblación, según sea ofrecida por siervos o por hombres libres; así la oblación demuestra el grado de libertad. Por lo que se refiere a Dios nada hay sin sentido, nada que no tenga su significado y su razón de ser. Y por esto los antiguos hombres debían consagrarle los diezmos de sus bienes; pero nosotros, que ya hemos alcanzado la libertad, ponemos al servicio del Señor la totalidad de nuestros bienes, dándolos con libertad y alegría, aun los de más valor, pues lo que esperamos vale más que todos ellos; echamos en el cepillo de Dios todo nuestro sustento, imitando así el desprendimiento de aquella viuda pobre del evangelio.

Es necesario, por tanto, que presentemos nuestra ofrenda a Dios y que le seamos gratos en todo, ofreciéndole con mente sincera, con fe sin mezcla de engaño, con firme esperanza, con amor ferviente, las primicias de su creación. Esta oblación pura sólo la Iglesia puede ofrecerla a su Hacedor, ofreciéndole con acción de gracias del fruto de su creación.

Le ofrecemos, en efecto, lo que es suyo, significando con nuestra ofrenda nuestra unión y mutua comunión, y proclamando nuestra fe en la resurrección de la carne y del espíritu. Pues del mismo modo que el pan, fruto de la tierra, cuando recibe la invocación divina, deja de ser pan común y corriente y se convierte en eucaristía, compuesta de dos realidades, terrena y celestial, así también nuestros cuerpos, cuando reciben la eucaristía, dejan ya de ser corruptibles, pues tienen la esperanza de la resurrección.

RESPONSORIO    Hb 10, 1. 14; Ef 5, 2

R. La ley contiene sólo una sombra, no la realidad misma de las cosas; por eso, mediante unos mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar, no puede de ninguna manera dar la perfección a quienes buscan acercarse a Dios. Cristo, en cambio, * con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección a los que ha santificado.
V. Él nos amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación de suave fragancia.
R. Con una sola oblación, ha llevado para siempre a la perfección a los que ha santificado.

ORACIÓN.

OREMOS,
Dios todopoderoso y eterno, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha paternalmente las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén

CONCLUSIÓN

V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.

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