OFICIO DE LECTURA
INVITATORIO
Si ésta es la primera oración del día:
V. Señor abre mis labios
R. Y mi boca proclamará tu alabanza
Se añade el Salmo del Invitatorio con la siguiente antífona:
 
Ant. Aclamemos al Señor, en esta fiesta de santa María Magdalena.
Si antes se ha rezado ya alguna otra Hora:
 
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: DICHOSA LA MUJER QUE HA CONSERVADO
Dichosa la mujer que ha conservado,
en su regazo, con amor materno,
la palabra del Hijo que ha engendrado
en la vida de fe y de amor pleno.
Dichosas sois vosotras, que en la vida
hicisteis de la fe vuestra entereza,
vuestra
gracia en la Gracia fue asumida,
maravilla de Dios y de belleza.
Dichosas sois vosotras, que supisteis
ser hijas del amor que Dios os daba,
y así, en la fe, madres de muchos fuisteis,
fecunda plenitud que nunca acaba.
No
dejéis de ser madres, en la gloria,
de los hombres que luchan con anhelo,
ante Dios vuestro amor haga memoria
de los hijos que esperan ir al cielo. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Salmo 102 I - HIMNO A LA MISERICORDIA DE DIOS
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él
rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura;
él sacia de bienes tus anhelos,
y como un águila se renueva tu juventud.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó
sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides sus beneficios.
Ant 2. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
Salmo 102 II
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras
culpas.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente
el Señor ternura por sus fieles;
porque él sabe de qué estamos hechos,
se acuerda de que somos barro.
Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como flor del campo,
que el viento la
roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles.
Ant 3. Bendecid al Señor, todas sus obras.
Salmo 102 III
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos.
El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía
gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes,
prontos a la voz de su palabra.
Bendecid al Señor, ejércitos suyos,
servidores que
cumplís sus deseos.
Bendecid al Señor, todas sus obras,
en todo lugar de su imperio.
Bendice, alma mía, al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Bendecid al Señor, todas sus obras.
V. Ábreme, Señor, los ojos.
R. Y contemplaré las maravillas de tu voluntad.
PRIMERA LECTURA
Del libro de Job 18, 1-21
DISCURSO DE BILDAD. LA LUZ DEL MALVADO SE APAGA
Bildad de Suj habló a su vez y dijo:
«¿Hasta cuándo irás a caza de palabras? Reflexiona, y luego hablaremos. ¿Por qué nos consideras unas bestias y nos tienes por idiotas? Tú,
que te despedazas con tu cólera, ¿podrás dejar la tierra deshabitada o mudar las rocas de su sitio?
La luz del malvado se apaga, y no brilla la llama de su hogar; se oscurece la luz de su tienda, y se le apaga la
lámpara; se acortan sus pasos vigorosos, y sus propios planes lo derriban; sus pies lo llevan a la red, y camina entre mallas; un lazo lo sujeta por los tobillos, y la trampa se cierra sobre él; hay nudos escondidos en el suelo,
y trampas en su senda.
Lo rodean terrores que lo espantan, y dispersan sus pasos; su vigor queda demacrado, y la desgracia está junto a su costado; la enfermedad se ceba en su piel, devora sus miembros el primogénito de la
muerte; lo arrancan de la paz de su tienda, para conducirlo al Rey de los terrores; el fuego se asienta en su tienda, y esparcen azufre en su morada; por debajo se secan sus raíces, por arriba se marchita su ramaje.
Su recuerdo
se acaba en el país, y queda sin nombre a la redonda; expulsado de la luz a las tinieblas, desterrado del mundo, sin prole ni descendencia entre su pueblo, sin un superviviente en su territorio.
De su destino se espantan los del
poniente, y los del levante se llenan de horror: "¡Ésta es la morada del malvado, el lugar del que no reconoce a Dios!"»
RESPONSORIO Jb 19, 2. 3. 6. 9. 11
R. ¿Hasta cuándo seguiréis afligiéndome y aplastándome con palabras? Me sonrojáis y me ultrajáis sin reparo. * Sabed que es Dios quien
me ha trastornado envolviéndome en sus redes.
V. Me ha despojado de mi honor; ardiendo en ira contra mí, me considera su enemigo.
R. Sabed que es Dios quien me ha trastornado envolviéndome en sus redes.
SEGUNDA LECTURA
De las Homilías de san Gregorio Magno, papa, sobre los Evangelios
(Homilía 25, 1-2. 4-5: PL 76, 1189-1193)
ARDÍA EN DESEOS DE CRISTO, A QUIEN PENSABA QUE SE LO HABÍAN LLEVADO
María Magdalena, cuando llegó a al sepulcro y no encontró allí el cuerpo del Señor, creyó que alguien se lo había llevado y así lo comunicó a los discípulos. Ellos
fueron también al sepulcro, miraron dentro y creyeron que era tal como aquella mujer les había dicho. Y dice el Evangelio acerca de ellos: Los discípulos se volvieron a su casa. Y añade, a continuación:
María se había quedado fuera, llorando junto al sepulcro.
Lo que hay que considerar en estos hechos es la intensidad del amor que ardía en el corazón de aquella mujer, que no se apartaba del sepulcro, aunque
los discípulos se habían marchado de allí. Buscaba al que no había hallado, lo buscaba llorando y, encendida en el fuego de su amor, ardía en deseos de aquel a quien pensaba que se lo habían llevado.
Por esto ella fue la única en verlo entonces, porque se había quedado buscándolo, pues lo que da fuerza a las buenas obras es la perseverancia en ellas, tal como afirma la voz de aquel que es la Verdad en persona: El que
persevere hasta el fin se salvará.
Primero lo buscó, sin encontrarlo; perseveró luego en la búsqueda, y así fue como lo encontró; con la dilación iba aumentando su deseo, y este deseo
aumentado le valió hallar lo que buscaba. Los santos deseos, en efecto, aumentan con la dilación. Si la dilación los enfría, es porque no son o no eran verdaderos deseos. Todo aquel que ha sido capaz de llegar a la
verdad es porque ha sentido la fuerza de este amor. Por esto dice David: Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? Idénticos sentimientos expresa la Iglesia cuando dice, en
el Cantar de los cantares: Desfallezco de amor; y también: Mi alma se derrite.
Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Se le pregunta la causa de su dolor con la finalidad de aumentar su deseo, ya
que, al recordarle a quién busca, se enciende con más fuerza el fuego de su amor.
Jesús dijo: «¡María!» Después de haberla llamado con el nombre genérico de
«mujer», sin haber sido reconocido, la llama ahora por su nombre propio. Es como si le dijera: «Reconoce a aquel que te reconoce a ti. Yo te conozco, no de un modo genérico, como a los demás, sino en
especial.» María, al sentirse llamada por su nombre, reconoce al que lo ha pronunciado, y, al momento, lo llama «rabbuní»,es decir: «maestro», ya que el mismo a quien ella buscaba exteriormente era
el que interiormente la instruía para que lo buscase.
RESPONSORIO
R. Cuando volvió del sepulcro del Señor, María Magdalena anunció a los discípulos: «He visto al Señor.» * Dichosa ella que fue digna de llevar la noticia de la
resurrección de la Vida.
V. Llorando al que amaba, encontró al que buscaba, y anunció luego al que había encontrado.
R.
Dichosa ella que fue digna de llevar la noticia de la resurrección de la Vida.
ORACIÓN.
OREMOS,
Dios nuestro, que quisiste que santa María Magdalena fuese la primera en recibir de tu Hijo unigénito la misión de anunciar el gozo pascual, concédenos, por su intercesión, que, siguiendo su ejemplo, demos
a conocer a Cristo resucitado y merezcamos contemplarlo luego reinando en tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Amén
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.