HORA TERCIA
      INVOCACIÓN INICIAL
    
    
      V. Dios mío, ven en mi auxilio
      R. Señor, date prisa en socorrerme.
      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
    
    Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
    
    
      
El trabajo, Señor, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dar tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del
      amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en
      él quien nada puede. Amén.
    
    
      SALMODIA
    
    Ant 1. En tierra extranjera guardé tus decretos.
    
    
      Salmo 118, 49-56
    
    
      
Recuerda la palabra que diste a tu siervo,
de la que hiciste mi esperanza;
éste es mi consuelo en la aflicción:
que tu promesa me da vida;
los insolentes me insultan sin parar,
pero yo no me aparto de tus
      mandatos.
Recordando tus antiguos mandamientos,
Señor, quedé consolado;
sentí indignación ante los malvados,
que abandonan tu voluntad;
tus leyes eran mi canción
en tierra extranjera.
De
      noche pronuncio tu nombre,
Señor, y velando, tus preceptos;
esto es lo que a mí me toca:
guardar tus decretos.
      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
      
      Ant. En tierra extranjera guardé tus decretos.
      Ant 2. El Señor cambiará la suerte de su pueblo y gozará Israel.
    
    
      Salmo 52 - NECEDAD DE LOS PECADORES
    
    
      
Dice el necio para sí:
«No hay Dios.»
Se han corrompido cometiendo abominaciones,
no hay quien obre bien.
Dios observa desde el cielo 
a los hijos de Adán,
para ver si hay alguno sensato
que
      busque a Dios.
Todos se extravían
igualmente obstinados,
no hay uno que obre bien,
ni uno solo.
Pero ¿no aprenderán los malhechores
que devoran a mi pueblo como pan
 y no invocan al
      Señor?
Pues temblarán de espanto,
porque Dios esparce los huesos del agresor,
y serán derrotados,
porque Dios los rechaza.
¡Ojalá venga desde Sión
la salvación de
      Israel!
Cuando el Señor cambie la suerte de su pueblo,
se alegrará Jacob y gozará Israel.
      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
      
      Ant. El Señor cambiará la suerte de su pueblo y gozará Israel.
      Ant 3. Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida.
    
    
      Salmo 53, 3-6. 8-9 - PETICIÓN DE AUXILIO
    
    
      
¡Oh Dios!, sálvame por tu nombre,
sal por mí con tu poder.
¡Oh Dios!, escucha mi súplica,
atiende a mis palabras:
porque unos insolentes se alzan contra mí,
y hombres violentos me
      persiguen a muerte
sin tener presente a Dios.
Pero Dios es mi auxilio,
el Señor sostiene mi vida.
Te ofreceré un sacrificio voluntario
dando gracias a tu nombre, que es bueno;
porque me libraste del
      peligro
y he visto la derrota de mis enemigos.
      Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
      Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
    
    Ant. Dios es mi auxilio, el Señor sostiene mi vida.
    
    
      LECTURA BREVE   Rm 1, 16,17
    
    
      
No me avergüenzo del Evangelio; es, en verdad, poder de Dios para salvación de todo el que crea, primero de los judíos y luego de los gentiles. Pues la justicia de Dios se revela en él de fe a fe, según
      está escrito: «El justo vivirá por la fe.»
      V.  A toda la tierra alcanza su pregón.
      R.  Y hasta los límites del orbe su lenguaje.
    
    ORACIÓN
    OREMOS,
      Dios nuestro, que, después de haber infundido en abundancia la fe y el Espíritu Santo en San Bernabé, lo destinaste para que anunciara a los pueblos paganos el mensaje de salvación, haz que el Evangelio de Cristo,
      que él predicó valerosamente, sea proclamado con fidelidad por nuestras palabras y nuestras obras. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
    CONCLUSIÓN
    
      V. Bendigamos al Señor.
      
        R. Demos gracias a Dios.